3.11.2007

4-álogo y la ponzoña persistente


DOCTOR: Sepa que estoy hasta la chingada de sus dosis de veneno.
Que me van a hacer bien afirma, que voy a aprender mucho dice, pues no le creo.
He tomado por más de 3 meses dosis descontroladas de dolor, tristeza, TRAICIÓN, desamor y rabia. ¿No le parece suficiente?
Y es que usted se lava las manos, recetándome sorbos de amor, abrazos e ilusiones efímeras; creyendo que eso me va a reponer. Creyendo que esas las encuentro en el mercado. Pues no es así.
C: Recuerda usted que en medio de conversaciones nocturnas yo le contaba de mi miedo a ser fría, de mi miedo a no sentir, de cómo mi corazón era un colador a estas alturas.
Y que yo ya me había acostumbrado y que por eso prefería vivir el día a día sin creer que algo extraordinario me iba a pasar.
Usted siempre contestaba que yo era fantástica y que no merecía conocer el dolor en ninguna de sus facetas.
M: me moje siempre con las lágrimas de él, recordándole lo fantástico que era, que no merecía dolor alguno, que me maravillaba su magia que en tan poco tiempo me hizo conocer.
Creo que aquel día debimos haber sido los dos, y no solo usted, los etilizados.
Usted dijo lo que dijo, y yo debí haberle contestado que estaba usted muy ebrio y que sus conjeturas no tenían sentido alguno, que fuera a dormir que venía otro día. Pero no lo hice.
Serpiente: Ayer me dijo en medio de carcajadas estruendosas que el beso que le plantó a C nunca le importó. Que ya ni se acordaba de eso. Que pobre de mí por creer en él, que no entendía porque yo creí en el cuento de hadas, que yo era tan ESTÚPIDA, que la amistad que ella me daba era más importante que él, que al fin de al cabo el “cariño” que el me tenía nunca fue sincero porque total el también respondió a ese beso. Y que como el era hombre, eso estaba justificado. Que ella me hizo un favor porque de plano y no era el indicado para mi. Con sarcasmo me dijo que sí, ella era la mala, que ella lo acorraló, que ella se le echo encima, y que había actuado con ímpetu; pero que creyó que C ya no estaba conmigo.
DOCTOR: Y yo se lo advertí. No me iba a arriesgar por nada. Si las cosas no salían bien, usted no se la iba a acabar. Lo logró. He Llorado lo que he podido. El dolor ya no se manifiesta en lágrimas, ahora se manifiesta en mi interior con la gastritis y el dolor de cabeza. Con la mirada perdida que cargo todo el tiempo. Con el jodido miedo que tengo de sonreír. Con cada cosa bella que me dicen a la que respondo “gracias, que lindo” pero no me lo puedo creer. Con la sensación otra vez de que la soledad tiene una fijación oscura conmigo.
C: Que decir de usted. A usted no le reclamo más que el haberse llevado mis sonrisas con usted. El haberme dicho que no quería hacerme daño y a mordiscos haber acabado con mi orgullo. Al grado de regresar y decirle si usted creía que las cosas podían ser diferentes. Usted sólo respondió que no estaba listo, que no había tiempo.
M en silencio pensó: Y cuando hubo tiempo, no fue por eso que todo acabo?.
C con varias copas: No hay remedio, a mí no me gusta que sea la soledad la que me acompañe. No se que hacer. Estoy triste.
M: Sólo silencio. Sólo pasadizos. Nunca decir que lo quiero. Que no logro borrar nada. Que aún tengo mariposas en el estomago. Pero que hay odio y es contra mí por creerle Que me llené la boca de amargos sabores. Que aprendí que las palabras “te quiero” se deben usar en ocasiones apropiadas y limitadas (ahora entiende usted porque no todo el tiempo las oía de mi boca). Que la serpiente me hizo un gran favor al cambiar de piel para que yo me diera cuenta de quien era en realidad.
Que no se que voy a hacer conmigo. Tengo 10 días para renovarme. Usted sabe que hago 2 borrones y cuenta nueva cada año. Y que no tengo ni la más mínima idea de que hacer con todo lo que tengo en la cabeza. No se donde ponerlo a usted y a todo lo que trae cargando. A ella la deseché en el basurero de los momentos malos que he tenido (que ya se está rebalsando). Pero con usted no sé que hacer.
Estoy cansada de despertar hoy feliz y mañana triste. De no dejar impresionarme y de ser tan escéptica. De regresar a donde estuve. Del miedo a que usted encuentre alguien más, que me lo diga y eso me recuerde día a día que nos jugaron la vuelta.
No, al cáncer de la soledad no lo quiero aquí.
No me gusta tapar clavos con más clavos.

Por lo pronto, aquí se oscureció otra vez.

Y sólo alcanzo ver a la princesa escaparse con las veladoras.

5 comments:

Pildora said...

ahh mujer esto esta duro!!
pero tenga por seguro que tocar fondo es bueno ... mas adelante me entendera...
mi msn ya lo mande a la direccion que me dejo--solo espero que hablemos --la entiendo-besos desde aca

Metáfora Espiral said...

Hola mi Mercedes en la noche el silencio el hemisferio oscuro....fumamos un cigarro sin extrañar lunas o soles que jamás se han ido ¡¡ Me gusta el humo plata que juega en el momento ¡¡

What a nice ride ¡¡ Huge Hug ¡¡

Byron Abadía said...

lleno de fuerza, me encanto este post, lo vivi tanto que las imagenes me pasaban por la mente tan claras como el agua.
muy bien mercedes! muy bien!
abrazo gigante para ti!

Unknown said...

He de confesar que en esa enfermedad me he visto y no digo que soy eterno paciente de la soledad atendido fría y bruscamente por la ausencia.

Grito que lo que en verdad deseo eliminar es esa sensación de malditos alas dentro de mí haciendome vomitar recuerdos con liquidos apestosos de tristeza, y de lo demás no cuento para no dar nauseas y más asco.

Hoy quiero ver a algún ser lo sufiencientemente estúpido que quiera decir que esto pronto se curará...


Por qué no decimos que la agonía es la vida misma...?




Pronto vuelvo...

Alexia said...

Hola meches, ando con la cabeza en otro lado, pero aun asi, no queria dejar de pasar a saludarte.

Tenia claro hace un ratito lo que queria decir, ahora ya no lo se.